¿Qué es el ayuno intermitente?
- Dr. Fung
- 24 sept 2020
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 7 oct 2020
¿Ayunar es lo mismo que inanición, o sea morirse de hambre?
No, ayunar se diferencia de la inanición en un aspecto crucial: el control. La inanición es la falta involuntaria de alimento durante un largo período de tiempo y que puede derivar en sufrimiento grave o incluso la muerte.
No es intencional ni controlada.
Ayunar, en cambio, es aplazar de forma voluntaria la ingesta de comida por motivos ya sea religiosos, de salud, o de cualquier otro tipo. Se lleva a cabo por personas que no tengan un peso inferior al normal y por lo tanto tengan la suficiente grasa almacenada para vivir de ella. El ayuno intermitente, si se hace de la manera correcta, no debería causar sufrimiento, y definitivamente no causa la muerte.

Tienes fácil acceso a alimentos, pero decides no comer. El ayuno puede ser de cualquier duración, desde unas horas a días o —con supervisión médica— hasta una semana o más. Es posible empezar un ayuno en cualquier momento, y puedes dejarlo también cuando desees.
Se puede empezar o terminar un ayuno por cualquier motivo o sin motivo alguno.
El período de ayuno no tiene una duración estándar, ya que simplemente es no comer.
En cualquier momento en el que no comas, estás ayunando. Por ejemplo, puedes ayunar entre la cena y el desayuno del día siguiente, un intervalo de aproximadamente 12-14 horas. En este sentido, ayunar puede considerarse parte de la vida cotidiana.
Es quizá la intervención alimenticia más antigua y efectiva que se pueda imaginar.
Analicemos el término “desayuno”. Está compuesto por el prefijo latino des-, que significa acción inversa o “salida de”, más el verbo “ayunar”, que significa abstenerse de comer. Todos los días, la primera vez que comemos algo, salimos del ayuno, des-ayunamos. En vez de hacer alusión a una especie de castigo cruel y poco habitual, el lenguaje confirma de forma implícita que ayunar se debe hacer a diario, incluso aunque sea por un período corto.
El ayuno intermitente, entonces, no es nada extraño ni peculiar, sino parte de la vida diaria y corriente. Es quizá la intervención alimenticia más antigua y efectiva que se pueda imaginar.
Pero por algún motivo hemos olvidado su formidable efectividad e ignorado sus posibilidades terapéuticas.
Aprender a ayunar de forma correcta nos da la opción de ponerlo o no en práctica.










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